Autoestima, causa y consecuencia de gran parte de los problemas psicológicos que podemos tener las personas. En unas ocasiones irá primero en el tiempo y en otras vendrá después.

¿Alguna vez no te has atrevido a hacer algo por miedo? Y, en otra ocasión, ¿no te has atrevido a hacerlo por miedo a no realizarlo del modo correcto? Muy seguramente la respuesta a las dos preguntas sea afirmativa. Obviamente no pasa nada siempre y cuando tengamos en mente la frecuencia y duración de los hechos.
La autoestima está muy influenciada tanto por el mundo exterior como por el mundo interior. Y también le sumamos la interacción si queremos. El mundo exterior se refiere a nuestro entorno, donde vivimos, con quien vivimos y nos relacionamos, con la televisión que consumimos, con la prensa que leemos, con lo que se “debe” y no se “debe” hacer, con lo que está “bien” y con lo que está “mal”, con las costumbres, con las costumbres incuestionables, con las “normas” sociales, con lo que se espera de nosotros y de nosotras (con lo políticamente correcto…). Y respecto al mundo interior, con lo que deseamos, con lo que deseamos hacer, con lo que creemos y no creemos, con lo que creemos que “debemos” hacer, con lo que esperamos que los demás esperan de nosotros, con las expectativas que nos hemos creado (parte por lo que nos han creado), con lo que querría conseguir (irreal), por cómo “debo” ser, por todo lo que “debo” conseguir, por cómo “debería” ser… Por todo esto y mucho más.
La autoestima comienza a formarse en nuestra cabeza, ya comenzamos a conceptualizarla, comienza a adquirir un significado y a relacionarla con nuestro día a día; sea en referencia a nosotros mismos o a personas cercanas que conocemos. Ya que hemos empezado a conceptualizarla vamos a hablar de concepto.
El autoconcepto, erróneamente utilizado como sinónimo de autoestima, es un “ente” relacionado con la misma. Es el cimiento, como unas vigas de acero, de madera, de paja, bloques de hormigón armado, bambú, erigiendo parte de nuestra personalidad y manifestando parte de nuestra conducta y comportamiento ante los demás. Entonces el autoconcepto sería la percepción interna, cómo me veo, en diferentes aspectos y hacer una simple operación. Una resta entre el autoconcepto ideal y el autoconcepto real (percibido), porque en ocasiones varias, tirando a muchas, están distorsionados tanto uno como otro, dará como resultado el valor de la autoestima, la autovaloración generalmente distorsionada por nosotros mismos.
El perfil de la autoestima
Cómo es el comportamiento de estas personas consigo mismas.

Las personas que tienen una autoestima baja suelen tener una característica que arrastra otras muchas más, ésta es la rigidez. Un pensamiento para nada flexible que carga de manera generalizada contra sí misma en muy diversos aspectos de su vida. Uno de esos aspectos es la crítica. Estas personas dañadas por diferentes flancos son muy sensibles a la crítica, cualquier comentario que venga del exterior hacia su persona o sus acciones es, y voy a utilizar un lenguaje dramático, desgarrador, una condena. De esta condena, lo más llamativo, tal vez, es que viene de dentro. Se muestran muy críticas consigo mismas pudiendo llegar a niveles dictatoriales. Como tal, se sucumbe a las creencias irracionales y destructivas. De ellas se desarrollan ideas de perfección llevando a la actuación una actitud perfeccionista (altamente relacionada con el TOC: trastorno obsesivo compulsivo) en prácticamente todas las facetas de su vida, aunque depende de cada persona. Ese afán perfeccionista que a veces pasa desapercibido por el propio individuo, le lleva a tener una autoexigencia excesiva consigo mismo. La clave en este punto es la palabra: excesiva (algo de autoexigencia, como de todo, está bien para la vida). Con todo esto, al no lograr su objetivo, ideal e irreal, aparecen sentimientos de tristeza y frustración, sin olvidar la omnipresente ansiedad.
Debido a esto nos movemos en espiral para retornar a la crítica hacia sí mismas. Las creencias perfeccionistas producen un temor excesivo, otra vez, a cometer errores, ya que, en base a las creencias, y de nuevo a un lenguaje dramático, es horroroso, es gravísimo. No podemos olvidarnos de la inseguridad en general que lleva a más temores infundados, como en particular, a la inseguridad a la hora de tomar decisiones. En casi cualquier tipo de decisión hay una sensación de malestar, es muy difícil acertar y tomar la decisión correcta. Un pequeño pero devastador daño colateral herencia de la actitud perfeccionista. La cantidad de variables a tener en cuenta en cualquier decisión hace imposible controlarlas todas y provoca que, ante esa falta de control, de esa incertidumbre natural, emerja la inseguridad por no hacerlo perfecto y no se llegue a decidir nada o la decisión quede en manos de otra persona. Para luego llegar a casa, revivir el hecho y cuestionarse lo que podría haber dicho y lo que no. En definitiva, que podría haberlo hecho mejor.
De este modo se relacionan el temor excesivo a cometer errores y la inseguridad en la toma de decisiones. En ocasiones, en algunos individuos se observa una característica que puede derivar de las anteriores debido a la inseguridad y a la falta de desarrollo de recursos para enfrentarse a los acontecimientos de su día a día. Recalcar que se observa en algunos individuos, pero no en todos. Esta es una actitud de perdedor. Un derrotismo que lleva intrínseco en cada acción a la que tiene que enfrentarse.
Como se ha ido mencionando a lo largo del texto, en las personas que tienen una baja autoestima no se observa el repertorio completo de las características ni con la misma intensidad. Hay en personas que son observables unas pocas y en otras que se aprecian casi todas. No decimos aquí que no se manifiesten internamente, que pueden. Solamente que no son observables por terceras personas en un ambiente natural. Una característica que suele tener quien desarrolla un déficit de autoestima, aunque puede que algunos individuos no la tengan o sea mínima la intensidad como para observarse: es un estado de ánimo triste o bajo (como se dijo anteriormente). Este puede sentirse y producir malestar encubierto, pero no ser perceptible por otras personas debido a esa limitada intensidad, ya que no nos estamos refiriendo a una depresión propiamente dicha.
Esta última característica interna hace que las personas con una baja autoestima tengan aún menos fuerza para avanzar, y ahí la labor del psicólogo se vuelve compleja. Ésta es el sentimiento de culpa patológico. Si ya antes había una exigencia exagerada, una rigidez férrea, se le suma un sentimiento de culpa que tiene una autoría para estas personas clara: Ellas mismas. A pesar de que cuando se depuran responsabilidades su porcentaje es mínimo para el hecho juzgado.
Cómo es el comportamiento con los demás.

Las personas que tienen una baja autoestima no solamente manifiestan en sí mismas las actitudes perjudiciales de este déficit, también implica a los demás. Las características propias que repercuten en la persona son mayoritariamente negativas, sin embargo, las que afectan a los demás no necesariamente lo son. Así, nos encontramos que las personas que tienen déficit de autoestima suelen comportarse con los demás de manera retraída a la par que muestran una baja sociabilidad. Al igual que se mencionó anteriormente, esto no necesariamente se observa en todas las personas con baja autoestima. Las hay que tienen competencias sociales de sobra y no muestran retraimiento en las interacciones sociales.
Una de las características que repercute negativamente en los demás es la actitud crítica y de exigencia que pueden manifestar. Esto es algo que suele afectar principalmente de manera interna, aunque los demás no están excluidos de su actitud exigente y crítica. Las siguientes tres características tienen algún componente en común o interrelacionado. Todos pretenden cubrir una necesidad, por lo general afectiva, de diferente forma. Una de ellas es la necesidad de llamar la atención. Llamando la atención, de la persona de la cual desea recibir el afecto, da cuenta de su presencia a dicha persona. Otra forma de satisfacer tal necesidad es haciendo de todo para agradar a los demás. Múltiples manifestaciones desde haciendo favores hasta omitiendo opiniones, sin dejar de mencionar comportamientos que pueden, y llegan, a las vejaciones. Acabamos con otra característica, la necesidad de aprobación. Entre el afecto y la inseguridad la búsqueda de aprobación en cada situación se hace esclavizadora de todas sus acciones y pensamientos. El temor a la pérdida, al abandono, la dependencia y demás inseguridades y miedos juegan un papel crucial en la baja autoestima que hacen manipulables a dichas personas.
Cómo es el análisis y la interpretación de la realidad en la baja autoestima.
El pensamiento, lo que permite razonar, está desconectado de la realidad, no al nivel de un trastorno psicótico sino al de un razonamiento lógico normal. Una pequeña muestra de las distorsiones cognitivas que pueden reconocerse en estas personas son las siguientes:

- Focalizar en lo negativo.
Lo que sucede con esta distorsión cognitiva es que la persona en cuestión centra la atención en cualquier aspecto negativo de la situación que esté valorando.
- Descalificación de experiencias positivas.
En este otro caso en lugar de focalizarse en lo negativo podría pensarse que se focaliza en lo positivo, pero no. Lo que caracteriza esta otra distorsión es que lo positivo lo desvaloriza y para nada cuenta. Explica parte del perfeccionismo que poseen estas personas.
- Personalizar.
Esta distorsión cognitiva es culpable de la culpa que siente la persona con una baja autoestima. De todo lo desagradable que sucede a su alrededor, de todo lo que sale mal, se condena a sí misma y se culpa, aunque no tenga ninguna responsabilidad en el hecho en cuestión.
- Pensamiento todo o nada.
También llamado pensamiento polarizado o dicotómico, es el que hace evaluar todo de una forma extrema, en opuestos. No se considera que haya una amplia variedad de posibilidades que son totalmente válidas entre esos dos opuestos o extremos. Blanco o negro. Bueno o malo. Correcto o incorrecto.
- Generalizar.
Las personas con una baja autoestima, y otras muchas que no la tienen baja, utilizan la generalización en sus razonamientos. Con este tipo de pensamiento tienden a sacar conclusiones a partir de un hecho aislado, principalmente negativo, de forma totalmente absolutista. Esto provoca sentimientos negativos que se perpetúan.
- Adivinación.
La interpretación de los acontecimientos viene sin datos que lo sustenten. En su mayoría son negativos y pueden venir de una adivinación del pensamiento de otra persona o del futuro que espera que suceda de manera negativa. De aquí viene la consideración de estar siendo evaluados constantemente por los demás.
- Uso frecuente de “debería…”.
Es el modo de utilizar las perífrasis verbales del lenguaje en la totalidad de su vida. Las que se utilizan son las modales de obligación. De esta manera convierte en imperativa cada acción que se propone llevar a cabo. Estas son: “haber que + infinitivo”; “haber de + infinitivo”; “tener que + infinitivo”; y “deber + infinitivo”. En ocasiones puede llegar a emplearse la perífrasis modal de probabilidad como de obligación debido a un fallo gramatical: “deber de + infinitivo”. Así, deben actuar de una rígida, obligada, determinada forma para ser alguien.
- Etiquetación.
Con mucha frecuencia se utiliza esta distorsión cognitiva. Adjetivos calificativos, en su totalidad negativos, que emplean para definirse a sí mismas. Autoverbalizaciones negativas que se graban en el cerebro, en nuestro ideario particular, reforzando millones de conexiones sinápticas, con lo que no hace falta otra persona para que les insulte.
- Magnificación y/o minimización.
Con baja autoestima, estas personas muestran su mayor dureza con ellas mismas. Exageran sus fracasos o errores dándoles una gran importancia, que no le dan a sus éxitos o logros sino todo lo contrario, minimizan éstos últimos. Sucede lo opuesto en lo referente al resto de personas mostrándose más comprensivas con ellas.
- Razonamiento emocional.
El razonamiento lógico es secundario en este caso. Con la autoestima dañada los sentimientos son la manera elegida para analizar la realidad. Según tenga emociones positivas o negativas, así será juzgada la situación como buena o mala al margen de lo racional.
Como se ha observado a lo largo de este texto, la autoestima lleva una serie de características típicas que la definen, como son el perfeccionismo, la inseguridad, los miedos, a la par que una serie de distorsiones cognitivas añadidas. En última instancia es labor del psicólogo, como profesional, quien debe valorar el grado de afectación de cada una de las características en cada persona. La tendencia al autodiagnóstico produce mayores problemas de los que se tienen. El agravamiento y la cronificación junto con la extensión a diferentes ámbitos de la vida son algunos de ellos. Acudir a consulta a tiempo para evitar que se compliquen los problemas es la mejor prevención.